miércoles, 16 de febrero de 2011

“Gente sin swing”: carta abierta a Fito Paez


Estimado Fito!

Soy pastor protestante y pertenezco a la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, desde allí intentamos estar atentos temas sociales que nos ocupan y afectan a todos. En este momento estoy trabajando en las ciudades de Posadas y Obera en la pastoral urbana, intentando dar una respuesta a la situación por la que miles de personas están dejando el interior misionero para radicarse en las grandes ciudades en la búsqueda de un lugar y de alternativas.

En primer lugar debo decirte que varias de tus canciones están en nuestro cancionero juvenil, en especial “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, porque habla de la necesidad de acercarnos los unos a los otros, especialmente en la necesidad y la desprotección del más débil. Ese es básicamente el mensaje que trajo Jesús y que somos invitados a vivir.

Con alegría escuché que vas a estar compartiendo un concierto el día 25 de febrero en Posadas, aunque la tristeza me invadió inevitablemente al darme cuenta en que marco lo vas a hacer: la fiesta en la cual se va a celebrar la finalización de Yacyreta y el alcance de la cota 83 sobre el nivel del mar. Realmente quiero decirte que no hay nada que festejar, porque esto ha traído despojo, abandono, desprotección, aparición de nuevas enfermedades, falsas promesas a los afectados, desplazamiento de miles de personas... la muerte.

Recuerdo una de tus canciones, gente sin swing, en la que hablás de los poderosos, de sus oídos sordos para oír y sus ojos ciegos para ver. Yacyretá se trata justamente de eso: poderosos que no escucharon y no vieron, que no escuchan y no ven.

Con dolor tengo que repetirte estimado Fito: no hay nada para festejar y si mucho para llorar. Muchas historias de vida, que ahora son historias de muerte y dolor.

Quizás no conozcas la profundidad de la problemática y de lo que realmente significa Yacyretá. Pero si ponés tus ojos sobre el inmenso lago que ahora hay en Posadas, en ese lugar a lo lejos antes había un río. Sobre la margen de ese río había un barrio y en las orillas ese río había casas. En esas casas vivían familias, hombres, mujeres, niños. Había canchas de fútbol, clubes, bares, kioskos, plazas. Imaginate cuantas historias se entretejieron allí y como era ese lugar hasta hace muy poco tiempo.

Toda esa gente se tuvo que ir, a algunos los ubicaron en barrios de cemento y asfalto, otros recibieron promesas pero jamás un lugar.

Ojalá tu voz no avale la muerte.
Ojalá tu canto no desilusione a quienes luchan por la vida en Misiones.
Quizás podrías optar por no venir o bien usar el escenario para ser voz de aquellos que jamás fueron escuchados ni respetados por la gente sin swing.

En este momento, en Misiones no solo sufrimos las consecuencias de Yacyretá, sino que seguimos luchando para que esa misma gente sin swing” no nos hagan Garabí, otra represa pero en este caso sobre el río Uruguay. Sabemos que no será tan fácil, no será tan simple, pero confiamos en que será posible. Estamos dispuestos a ofrecer nuestro corazón.
Que Dios te bendiga y te ayude a sentir, a escuchar y mirar.


Eugenio Albrecht
Pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata
en Posadas y Oberá

sábado, 5 de febrero de 2011

Campamento de Confirmandos

Del 2 al 5 de febrero de 2011 se llevó a cabo el campamento de confirmandos. Entendemos que el cursillo de confirmación forma parte de la responsabilidad catequética que asume la comunidad cristiana, y que son los padres -aquellos que se asumen y se consideran cristianos, especialmente aquellos que han dejado bautizar a sus hijos e hijas- los primeros catequistas de sus hijos. Así como el cursillo de confirmación, también la catequesis infantil (es decir la tarea educativa con los/as niños/as), el trabajo con jóvenes, con adultos y con personas mayores es una responsabilidad de toda la comunidad cristiana.
La educación cristiana es contínua, pues no existe alguien que pueda decir que "se haya recibido de cristiano". El aprendizaje y crecimiento como persona cristiana no termina y va hasta el final de nuestras vidas.